jueves, 30 de noviembre de 2006

¿Somos como conducimos o conducimos como somos?

Uno de los peores índices en materia de accidentes de transito en el mundo corresponde a nuestro país. Una lástima. Una verdadera lástima por las vidas que se pierden, en primer lugar y por el costo que para los ciudadanos –a través de sus impuestos- provoca el impresionante número de accidentados por día, tanto para peatones como para automovilistas. Si ese número bajara, seguramente esos dineros podrían destinarse a fines de mejorar nuestra seguridad, nuestra justicia, nuestra educación. Como debería ser.
Pero de ¿quien es la culpa de tantos luctuosos accidentes?. Sospecho que las mismas están repartidas entre mandantes y mandatarios. El gobierno de turno debería ocuparse de mejorar la red vial, tanto en lo que hace al estado de rutas, avenidas y calles y su correspondiente señalización horizontal y vertical. El estado deplorable de algunas rutas ha provocado más de un accidente. Quienes vivimos en la Patagonia sabemos de alguna de ellas. Por ejemplo la mortal ruta 22 en su tramo Cipolletti – General Roca, si bien tiene un asfalto en buenas condiciones, es terriblemente estrecha para la cantidad de vehículos que por allí circulan. Ahora, por fin, el gobierno nacional en conjunto con el provincial, decidieron llamar a la licitación correspondiente para su ensanche. Pero para eso, tuvieron que morir muchas personas, -demasiados sin dudas- que por ahí transitaron. También es responsabilidad ineludible del estado (pero que lamentablemente elude), el control técnico vehicular. Me espanta, verdaderamente me espanta, viajar por las rutas argentinas y que los policías solo me requieran cuando me paran, el registro de conducir y la cedula verde. Necesarios por cierto, pero jamás me solicitaron la verificación ni comprobaron al menos estado de frenos y luces en mi vehiculo. Que no seria nada en el mío que es año 2006, pero he visto muchos automotores de varios años de antigüedad en deplorable estado, sin que ninguna autoridad lo detenga y le exija mínimas condiciones para circular. Desde pequeños vehículos hasta intimidantes camiones y buses. Nunca me enteré de que un carné de conductor vencido provoque un accidente, pero si vehículos sin luces, sin frenos, sin dirección y con chóferes dormidos o alcoholizados. Así, seguramente, un alto porcentaje de accidentes, deben ser provocados por fallas mecánicas. Pero también por las humanas. Los otros “gran culpables” de los accidentes somos nosotros, quienes conducimos. Y aquí entro de lleno en sentido del titulo de esta nota.¿Somos como manejamos?, o lo que es lo mismo ¿manejamos como somos?.
Me tengo que concentrar en la ciudad en la que vivo, la bellísima Bariloche. Pero estoy convencido que lo que se observa aquí, se repite en toda las ciudades de nuestro extenso país. Quisiera aclarar que lo que expondré, por supuesto lo haré en términos generales. Por supuesto que se, existen conductores correctos, que respetan las leyes de transito y que aun conservan la gentileza y la buena educación, aun detrás de un volante. Pero la mayoría, lamentablemente, no se comporta de esta forma a la hora de conducir un automóvil.
Nuestro imaginario vecino barilochense, comienza la mañana, tratando de estar con el mejor ánimo. Sabe que se deberá enfrentarse con un sin número de problemas que deberá ir resolviendo minuto a minuto. Pero confía en que el día acabará de la mejor manera posible. Fe, no le falta. Se dirige a su cochera, pone en marcha su auto y se compromete a respetar todas las reglas de tránsito hasta llegar a su destino. Implora que sus vecinos, hagan lo mismo….
Comienza la maniobra de salida de su garaje y llega, -marcha atrás para colmo- a colocar las dos ruedas traseras sobre la calle y al filo del cordón. La Avda Gallardo está atestada de vehículos. Trata de “meter la cola”, pero es imposible. Solo recibe insultos, bocinazos y dudosos gestos con las manos y brazos de sus conciudadanos. Incluso alguno será conocido suyo… pero detrás del volante, solo se observan enfurecidos conductores tratando de llegar lo antes posible (algo así como 10 o 15 segundos antes) a su destino. Nadie se detiene. Sabe que si “encara”, hace un desastre, por lo tanto aguarda pacientemente. Pasados 4 o 5 minutos, un milagroso “bache” en el transito hace que pueda ubicar a su vehiculo en la calle en posición normal. Para colmo de males, a su derecha, por donde viene el transito, un camión de mediano porte esta estacionado y le tapa totalmente la visión para saber si viene algún vehículo. Ese camión, si el conductor hubiese sido considerado, debería haber estacionado pasando el acceso a la cochera, en lugar de antes, ya que sabe, por supuesto, que obstruye toda visión. Pero, total… “y-a-mi-que”.
Comienza la marcha. Al intentar cruzar el semáforo de Gallardo y Elordi, un automóvil que viene en dirección Oeste-Este, intenta girar a la izquierda hacia Elordi, a pesar de que el cartel indicador prohíbe esta maniobra… Frenazo de golpe para no colisionar y con el semáforo a su favor. Menos mal que el de atrás, milagrosamente mantenía distancia de frenado. Sigue. Llega al semáforo de Onelli y Gallardo. Dos filas de autos delante suyo con el semáforo en rojo. Bien, hasta ahí. Se pone en verde… los peatones como si de pronto sufrieran un ataque de daltonismo siguen cruzando sin importarles un comino el avance de los vehículos con el semáforo a su favor. Esquivando peatones logra salvar la segunda valla.
Llega a Otto Goedecke y gira a la derecha. La obra del hospital reduce la calzada, logra cruzar, “de milagro”, la pista de carrera en que se ha transformado Elflein. Por fin llega a Moreno e intenta girar a la izquierda. Otra vez, no solo nadie frena sino que le doblan “al filo” para subir por su arteria. Todos sonríen como diciendo “a ver cuanto te aguantan los frenos…???”_ Se sabe, que quienes suben o bajan en nuestras empinadas calles, tienen prioridad para el cruce de una calle “plana” como lo es Moreno.., pero a quien le importa!. A aguantar parado sobre el pedal de frenos!
Por fin logra girar. Cuatro o cinco colectivos acumulados en la parada de Moreno y J. O´connor, atravesados, mal estacionados y alguno de ellos arrancando, cruzan su mole de metal y plástico sobre Moreno sin mirar si alguien circula. Frenada. Eso si, los colectivos tienen encendida su luz de giro!.. (Creo sinceramente que ya viene con la luz de giro encendida de fabrica.!!!)
Se salva “por un pelito” de que convertirse en una calcomanía más de un transporte publico… Y nuestro amigo continua la marcha, tratando de contenerse y no blasfemar tal cual se lo prometió a si mismo.
Esta por atravesar el Banco Patagonia. Fila de coches en doble fila tratando de ingresar al estacionamiento del Banco. Bocinazos, inspectores que miran para otro lado porque si le llegan a decir algo al que esta intentando ingresar, seguramente sumará un insulto más a su currículo… Por fin llega a su destino… encuentra un lugar para estacionar. Se aparea a un auto y enciende sus luces intermitentes avisando la maniobra. ¡Minga frena alguien para que ingrese al lugarcito que milagrosamente encuentra desocupado ya en calle Mitre! Más insultos, más bocinazos, más gestitos con la manito y los deditos. Por fin lo logra. A esta altura cree que intervino en el rally Paris-Dakar, que estima, debe ser más sencillo.
Lamentablemente es así. Podría escribir “ad infinitum” ejemplos imaginarios (¿) como el descrito, como las travesías por Onelli, por Bustillo, por Los Pioneros, intentar cruzar indemne Diagonal Capraro en las 5 esquinas, intentar cruzar Elfein subiendo por la nueva Villegas (¿vieron que dice “PARE” en casi cada esquina de Elfein para darle prioridad absoluta a quien sube o baja?. ¿Vieron que nadie para y que miradita nos echan cuando la trompa de nuestro vehiculo asoma en movimientos “atrás-adelante-atrás-adelante” como un toro Miura intentando salir al ruedo!)
Entonces me pregunto. ¿Es que somos así, tal cual manejamos?: Indolentes, maleducados, gesticulosos, poco solidarios, insensibles, apáticos, irrespetuosos, etc etc?. ¿Somos así en nuestra vida privada? Estoy convencido que no. Totalmente convencido que no, en general digo. Pero parece que cuando subimos a un vehiculo, el “demonio de los automovilistas”, se apodera de nuestro cuerpo y nos transforma de tal manera que hasta el mismísimo Satanás se aterra de vernos. Hasta que “nos damos el palo” y nos espera con sus brazos abiertos en el averno.
¿Seria interesante que cambiemos nuestra manera de conducir no?
Si en nuestra vida diaria somos buenos ciudadanos, buenos padres, buenos comerciantes, buenos funcionarios, buenos empleados, buenos obreros, me pregunto porque no somos capaces de ser buenos conductores?.
Misterio nacional.

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