miércoles, 8 de julio de 2009

Una luz al final del tunel

El 28 de junio del 2009 dejó un claro mensaje: si seguimos como vamos, regresaremos a donde estábamos antes del 2001. La paradoja de todo cambio de paradigma: el momento justo donde parece que en lugar de avanzar, retrocedemos.

Es el momento crucial.

La presidente y su partido nunca entendieron que al invocar al miedo o al caos como estrategia electoral de gobierno, lo único que estaban haciendo era provocar su manifestación. Y terminaron por chocar de frente con la peor de sus pesadillas: perder las elecciones (sobre todo en la provincia de Buenos Aires).

Le sacaron filo a su propio boomerang.

El 21 de Diciembre del 2001 se logró a través del corazón, no del miedo. Ese día ganamos los ciudadanos, no un partido, eso es lo que aún siguen sin comprender. Después de ganar en el 2003, con el “voto esperanza” de los ciudadanos, se convirtieron en poco tiempo en aquello que la mayoría había votado para que desapareciera. Y en lugar de transformar al sistema, objetivo original de su aspiración al poder, acabaron sosteniéndolo intacto. Se acomodaron en sus privilegios y se les olvidó el trato hecho con los ciudadanos. Los mismos pretextos, las mismas formas gastadas y el mismo autoritarismo e impunidad de antes.

Y de repente, todo se oscureció.

Curiosamente, hoy, la única luz encendida en el oscuro panorama nacional es la creada por el movimiento ciudadano de la oposición, que ellos tanto denostaron.

La soberbia no les permitió ver que esos votos eran de la misma vibración que aquellos que los llevaron al poder hace 6 años. Y que los ciudadanos concientes, la masa crítica, estaba diciéndoles que iban por el camino equivocado. Pero ni vieron, ni escucharon. Y aún mucho peor: siguen sin ver y sin escuchar.

No se pueden obtener diferentes resultados haciendo lo mismo. O cambias o te cambian las circunstancias. Todo va muy rápido. Ya no hay tiempo que perder.

La presidente ya se quedó sin partido para gobernar. Pero tiene la posibilidad de seguir la luz encendida en los corazones de los ciudadanos despiertos. Sólo que ahora ella es la que tiene que dar el paso. Aunque con el enroque ministerial pareciera que el paso dado, es cambiar todo para que nada cambie.

Todavía tiene una posibilidad, pero parece que la presidente y su pequeño grupo de asesores, ministros y –por supuesto- su marido, no le dejaran ver la luz que existe al final del túnel.

Ahora la oposición tiene el deber de llevar a los ciudadanos hacia esa luz.

A la oposición le dimos los votos, le dimos la esperanza. No nos vuelvan a defraudar.

Ricardo López Rende
ricardolopezrende@yahoo.com.ar
Con la colaboración de Santiago Pando