miércoles, 19 de mayo de 2010

Educación Nacional

"La realidad es mucho más compleja de lo que nuestros sentidos pueden observar, de lo que nuestra inteligencia puede entender, y de lo que nuestro lenguaje puede describir en esta fase de la evolución de nuestra especie”

Esta frase me lleva a pensar en el sistema educativo argentino.
No involucro a algunas instituciones educativas del ámbito privado, pero sí –en general y con las consabidas excepciones a la regla- al universo de la educación pública.
No es sencillo comenzar a desgranar una idea sobre la educación pública argentina, partiendo de la base que el Ministerio de Educación de la Nación no posee establecimientos educativos. No me es nada fácil. Tal vez, alguien –sobre todo desde el ámbito político- lo comprenda. Yo no. No me da la cabeza. Con el traspaso de la educación nacional a las provincias, sin el mismo porcentaje en financiación que requerían los escuálidos y quebrantados tesoros provinciales, nuestra educación se empobreció.
Solo la loable tarea de los docentes en las provincias –me consta- sostiene al sistema. Sin ellos, se hubiese caído a pedazos aun más de lo que se derrumbó.
En la provincia de Río Negro, donde ejercí y donde aún ejerce mi esposa, la situación educativa es deplorable, por llamarla de algún modo y de manera educada.
La falta de insumos, edificios inadecuados, falta de comunicaciones y toda la parafernalia de elementos técnicos-edilicios-educativos que necesitan los docentes para dictar sus clases y trasmitir sus conocimientos, es moneda corriente en esta provincia. Y ni hablar de los sueldos docentes. Tampoco “existen”.
De tal forma, y basándome en la frase del inicio, en esta etapa de la evolución humana, la educación rionegrina en sus aspectos mas básicos, involuciona.
Los alumnos que a ella concurren provienen de un mundo, que aunque económicamente endeble, les ha permitido acceder a algún artilugio que ofrece la tecnología actual. Al ingresar a su escuela, deben sentir algo así como una especie de “viaje en el tiempo”.
Las pc, son escasas y compartidas. Muchas escuelas la tienen, pero no poseen conexión a Internet. Algunas, ni siquiera, conexión telefónica. Viejos pizarrones que en los cuales apenas logran leer lo que sus maestros quieren transmitir.
Edificios mal cuidados y mantenidos. Escasos de baños y en algunos casos, ni un salón o patio descubierto (a pesar de la inclemencia del clima patagónico), para celebrar los actos escolares.
Vergüenza para cantar el Himno Nacional -los alumnos apenas mueven sus labios- es una muestra acabada que también el sentido nacional ha desaparecido de nuestras aulas.
Sin abrir un juicio de valor sobre las desventajas o no de esta sociedad tecnificada, es evidente que la educación –la rionegrina al menos- va a contramano de lo que los jóvenes estudiantes y los sufridos docentes, viven en el mundo exterior a las paredes de sus instituciones educativas.
A modo de ejemplo, comparto este recuerdo. Di clases sobre elementos básicos de computación en una escuela Técnica para Adultos. Primero quise enseñarles como funciona una PC. No me quedó mas remedio que llevar una que tenia en casa, desarmarla frente a ellos, y explicarles los rudimentos sobre como funciona estos equipos. Y era una escuela técnica, y fue solo hace siete años.
La educación no solo necesita buenos y abnegados docentes, necesita equipamiento, necesita financiamiento adecuado, necesita edificios cálidos, seguros y cómodos para los estudiantes y docentes. La educación necesita estar “conectada” con el mundo actual. Después podremos criticar o no a “este mundo actual”. Pero es el que existe, es el que tenemos y es el que de una forma u otra, entre todos, construimos. En ese mundo, entiendo, debe estar inserta la educación y desde ese ámbito, provocar cambios, hacerle críticas y modificar lo que haya que modificar. Mientras la educación viva en el siglo XIX y los alumnos y docentes en el XXI, todo será difícil.
Nunca he escuchado de boca de un dirigente otra cosa, que achacar todos los males de nuestras Nación a la “educación”. Nunca he visto a esos mismos dirigentes, hacer algo “serio” por la educación.
Si Argentina necesita una nueva revolución, esta se debe dar, sin duda, en el ámbito educativo.
Ojala este ámbito que nos brinda nuestro querido amigo Armando, sirva para aportar nuestro granito de arena para provocar un cambio radical en la educación nacional.

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